La sonrisa perdida que tardé en encontrar.

Lo miraba... no, no lo miraba: lo admiraba sin que se diera cuenta, así era yo. Y así era él: distraído. Cuando cerraba los ojos yo lo observaba, después pensaba, pensaba y pensaba.
Decidí dejar de hacerlo, dejar de dudar, cuestionar, desconfiar: dejar lo negativo a un lado y sentirme plena, ligera.
Me estaba enamorando y no quería estarlo, me encantaba verlo, tocarlo, sentirlo y escucharlo, aunque dijera tonterías de vez en cuando. No quería enamorarme porque él de mí no lo estaba y eso era lo que me aterraba.
Decidí dejar todo eso a un lado y vivir-te, vivir-te como si no tuviéramos final, pero sabiendo que algún día lo tendríamos.
Es por eso que aquí sigo y aquí me tienes: tocando con mi dedo tu rostro, mi dedo que pasa por tu cabello, pasa por tu cabello hasta llegar a tu oreja.
Y viéndote aquí y ahora, lo puedo decir abiertamente:
eres la sonrisa perdida que tanto tardé en encontrar.

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